Recuerdos primarios
Cuando fue tiempo de ir a la escuela todo se revolucionó en casa. Había que conseguir los elementos “primarios“ necesarios para la cartera... Porque entonces había el portafolio y la cartera...
Me tocaría comenzar con el clásico cuaderno bien forrado (tarea de mi mamá), un lápiz negro, goma de borrar, y seis lápices de colores cortos que tuve el lujo de conocer la noche antes del mágico día con la punta finita bien sacada (tarea de mi papá).
El guardapolvos no sé a qué primo o tío había pertenecido pero la recomendación era no ensuciar el mismo porque debería durar toda la semana, en una casa donde el jabón en pan no duraba porque tener cinco hermanos menores suponían toda una andanada de ropa que lavar a mano para mí madre...
También allí conocí mis primeras alpargatas. Las compró mi abuela, porque las zapatillas que estaba usando tenían demasiados agujeros (que no se veían porque estaban abajo) y demasiados raspones y durezas por arriba (que si se veían...). Mi mamá y mi papá al principio se negaron a qué fuera a la escuela con alpargatas, pero la realidad es la peor de las bofetadas y ellos la recibieron sin decir nada...
El primer día de clases me acompañó mi papá y el negro Matosas, mi primo, que estaba en segundo grado y tenía experiencia en la escuela. Estaba encargado de llevarme hasta la fila y decirme dónde estaba el baño e indicarme los lugares peligrosos como el aljibe del patio o el monte frutal abandonado...
No recuerdo el momento de hacer fila ni de ingresar al aula, recuerdo mi maestra la señorita Malena y un gran pizarrón negro que formaba parte de la pared al frente de nosotros, un pupitre de madera que cerraba su asiento y que había de aprender como funcionaba...
Alli se abrió un paraíso de conocimiento, un nuevo universo para mí. Las primeras letras, primera escritura, primeros números, primeras lecturas...
Nuestra aula fue la primera hacia la derecha en cuanto se entra al edificio. Un aula grande y espaciosa, de gruesas paredes y gran altura. Una estructura desconocida para mí acostumbrado como estaba a nuestra casa rancho con paredes de cimbra y techo bajo con una sola puerta, una ventana de madera y ningún vidrio.
El horario era a la tarde desde la una y media hasta las cinco y media. Antes de retirarnos nos hicieron pasar al comedor para tomar el mate cocido. Después, arriar la bandera, saludar a la directora y volver a casa...
El camino de regreso fue con el negro Aldo (Matosas) caminando las seis cuadras hacia el norte que separan nuestra casa de la escuela.
Toda ésta introducción para recordar como estaba conformada la estructura física de nuestra escuela primaria José de San Martin.
En frente con sus pilares son inamovibles. La galería del frente, las dos aulas enfrentadas, la del norte de segundo grado y la que era de primer grado hacia el sur.
La dirección pequeña frente a la galería que corre de norte a sur y en el extremo sur la sala de Música liderada por la señorita Elba de Benchetrit con quién aprendimos el himno y el saludo a la bandera...
Dos aulas mas paralelas ellas flanqueando el patio interno descubierto de tercer grado y del museo la que estaba hacia el sur. Más adelante y hacia el fondo quedaba la pieza de depósito de elementos tanto de limpieza como de la huerta que trabajaban los alumnos de cursos superiores. Esta pieza estaba bajo poder directo de doña Aida y de don Lolo, porteros durante años de nuestra escuela... Después de este depósito quedaba el baño de mujeres mientras los varones tenían su baño afuera siguiendo el orden de las aulas del sur, aunque bastante retirado de estas...
... Y vos... Qué recuerdos tenés de la escuela Primaria? Cómo era en el tiempo en que asistias a la San Martin? Queremos que este sea un espacio de encuentro para compartir recuerdos. Atrévete a comentar así entre todos nos enriquecemos...
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